Se7en

Ayer vi, por fin, la película "Se7en". En un princpio pensé que iba a resultar la típica película insulsa de asesinatos cuyo "malo" sería un loco al que atraparían al final en una encarnizada lucha donde el bien aplastaría al mal - como en casi toda película americana - haciendo ver que la bondad se une a la inteligencia y la maldad a los impulsos. Pero, al contrario, me dejó un mal sabor de boca.
La verdad es que la película es sí no me pareció una obra maestra, no malinterpretemos; hay situaciones que son un tanto predecibles y parte de las últimas escenas no me resultaron extremadamente memorables, todo hay que decirlo.
Sin embargo, lo destacable de ella es que posee una moraleja extraña; la cual, aviso, voy a poner a continuación (Y aviso por el simple hecho de que esa moraleja puede resultar un pequeño spoiler): "El mal gana". O, mejor dicho "¿Es que nadie se da cuenta de que el malo gana?".

Obviamente, esta moraleja no es nueva. En las películas y en la vida real, el bueno - que nunca es bueno al 100% - siempre está sometido a la voluntad del despiadado, que suele ser más frío e inteligente en la mayoría de las ocasiones.
En los largometrajes, aunque no lo parezca, el asesino siempre gana. Sí, al espectador puede parecerle de cuento de hadas que el criminal en cuestión vaya a la cárcel e incluso puede disfrutar imaginándose que sufrirá una serie inimaginable de penurias que le harán recurrir al suicidio... pero, de todos modos, él ha ganado ¿O acaso no ha hecho lo que quería - es decir, matar - desde un principio? Le habrán capturado, pero él antes ha disfrutado y eso, finalmente, es lo que queda.
En la vida real ocurre lo mismo. Puedes pasarte la vida intentando luchar contra lo injusto o dando lecciones al "tirano", pero el tirano siempre seguirá siendo malvado y lo injusto tampoco sufrirá ningún cambio. Lo realmente difícil es no dejarse tiranizar o desviarse hacia el lado de la injusticia, no ser sentimental ni frío en exceso y tener los términos de "bien" y "mal" realmente claros. Bien y mal no son blanco o negro, como todo en esta vida, dependen del contexto. Mentir - se supone - está mal; pero, en ocasiones, una mentira puede hacer mucho bien a una persona. Conseguir lo que uno se propone está bien, pero ese deseo se transforma en algo oscuro cuando pisas a los demás por lograrlo; y así, un largo etc.

Lo peor de los malos o del "mal", ese término tan temible, es cuando corrompe al "bien" o a los buenos; porque, queridos amigos, el bueno siempre puede corromperse y el malo, queramos o no, nunca cambia.
Es en este punto donde vuelvo al argumento de la película que da nombre a esta entrada un tanto insulsa.
El mal sabor de boca que deja "Se7en" aparece cuando ves que el bueno se corrompe a favor del mal y acaba la obra del asesino, aunque ése no fuese su propósito. Y es que, en un duelo interno, la bondad normalmente tiene las de perder.
No obstante, a nadie le gusta darse cuenta de ello, así que no pude evitar sentir una especie de decepción con el personaje encarnado por Brad Pitt, quien demostró ser un humano que cayó rendido ante la inteligencia de un tirano.

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Un pequeño paso.

Ya soy, casi oficialmente, universitaria. El día 26, en cuanto haga la matrícula, ese casi desaparecerá y me convertiré en una universitaria en toda regla.

Así que... ya está. Así termina, oficialmente, este año. He entrado en la universidad. Aún no me lo creo. Y más que haya entrado a la universidad que yo quería. Sí, de acuerdo, con un 11,331/13,306 no me iba a quedar fuera de ningún modo; pero, aun así, necesitaba verlo confirmado. 

Ahora ya sí que estoy oficialmente de vacaciones, tanto física como mentalmente y puedo dedicarme a darle vida a algo que, aunque me parece ridículo cada vez que escribo una palabra más, no dejo de vivir en mi cabeza. No, no estoy esquizofrénica.

Con la UAM.

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Ideas

Si hay algo que odio del verano es que pasa demasiado despacio aunque, claro, eso depende del punto de vista de cada uno. Para la persona que abandona Madrid durante un mes o dos, el verano pasa rápido - sobre todo, si uno de esos meses es agosto - pero, para quien se queda, es algo así como una tortura.

Creo que, en septiembre, me odiaré a mí misma por haber escrito lo siguiente, pero necesito la rutina. La rutina es algo que me mantiene viva y, por encima de todo, ociosa. Me hace sentirme útil y tremendamente ocupada, por lo que me siento más presionada y encuentro tiempo para hacer muchas más cosas; pero nunca demasiadas como me pasa estos días. Me aburro de no hacer nada, pero a la vez tengo miles de cosas que hacer. Y ahí está el problema. Tengo muchos días, total ¿Para qué agobiarme ahora? Resultado: Desorden, desorden everywhere.

Pero lo peor sucede cuando me vienen ideas disparatadas a la cabeza como: ¿Y por qué no intentar escribir algo? La verdad es que llevo un par de semanas dándole vueltas a una idea, pero esa idea y yo tenemos una relación amor/odio un tanto extraña. Por la mañana me parece fascinante, incluso creo - ilusa de mí - que mi capacidad de redacción no es tan mala y que podré darle forma con un poco de paciencia, tiempo y trabajo; pero por la tarde la cosa cambia. Por la tarde me parece una idea insulsa, demasiado vista y con pocas posibilidades de que alguien como yo sea capaz de darle forma.
Finalmente, todo queda abandonado en un cajón de mi cerebro y allí se queda, sin abrir; como otras muchas ideas que he tenido.

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