El día que me cabree...


¡Uy el día que eso suceda!

Creo que a veces soy demasiado ingenua y, tarde o temprano, esa ingenuidad tenía que pasarme factura. Por ejemplo, cuando me matriculé en Psicología yo, tonta de mí, pensaba que íbamos a dar Psicología; es decir: comportamiento humano, psicopatías, procesos atencionales... ¿y qué me estoy encontrando? Física, física por doquier.
Cabe destacar que a mí la física me importa, hablando en plata, una putísima mierda. Mi plan no es dedicarme el día de mañana a estudiar cómo percibe una persona porque, destaco de nuevo - hablando en plata también - me importa una putísima mierda. Así como mi plan tampoco es comprobar ni cómo oye ni qué pasaría si le quitara un hemisferio a una rata porque, vuelvo a recalcar: La putísima mierda que me importa eso es de dimensiones legendarias.

Sin embargo, en mi facultad, eso se lo toman muy a pecho. No puedes ser un gran psicólogo si no sabes cuál es la forma de caminar de cada mono o con qué fenómeno físico equiparamos la percepción de la luz. Pues, señores, ya podían haberme avisado antes porque si lo llego a saber me había metido a Criminología a la velocidad del rayo y me había estudiado con gusto los mamotretos de Derecho Civil que seguro que hubiera vivido mucho mejor - y es que pienso matar de un "VAMOS HOMBRE" al oído al listo que me diga que en ciencias y en letras se trabaja igual. También le puedo matar metiéndole todas mis prácticas por el orificio derecho de la nariz. Que no me tienten. -

Sí, de acuerdo organizadores del plan de estudios, salta a la vista que falta personal de investigación y que se necesita como el comer; pero, con toda la educación, os podéis meter al personal de investigación por el culo y dejar de agobiarme con fenómenos físicos, animales y niños; que ya no sé ni lo que estudio.

Pero no todo mi cabreo de hoy va dirigido hacia los fenómenos físicos, sino que también me gustaría despotricar contra esos profesores que te cuelgan los apuntes en internet sin posibilidad de que tú copies y pegues dichos contenidos en un documento Word. Mi estado se resume en tres palabras "pero qué coño" seguidas de una serie de improperios hacia el profesor, sus ancestros y ese ente inventado por el Catolicismo al que se suele llamar dios - ahí, en minúscula, con rebeldía -, porque es para enmarcarlo. Lo mejor de todo es que los contenidos están enmarcados en un fondo azul, por si tenías alguna tonta idea de imprimirlo sin tener que empeñar un riñón en el intento. Creo que voy a coger un par de antorchas y voy a hacerle una visita a este ser majo y entrañable que, comúnmente, se denomina profesor.

Con lo bien que estaría yo siendo una ni-ni, coño.

PD: La cantidad de palabrotas empleadas correlaciona positivamente con los niveles de enfado.

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